Esta orla se presenta como retrato de los compañeros de clase. El retrato alude directamente a la representación del sujeto. Etimológicamente se refiere a la acción de “sacar fuera”, de recuperar la imagen de la realidad, traducido literalmente del latín: re-traho (muy similar en inglés: de portrait pro-traho). Un retrato debe mostrar “los movimientos del alma”, es decir hacer visibles los afectos psíquicos, más allá de la mera apariencia externa, es decir, mostrar un tipo de expresión en la que quede plasmada la persona retratada. Puesto que en la sociedad en la que estamos los valores de apariencia externa son los que predominan, ¿se pueden revelar los movimientos del alma a través de una imagen?La imagen es, en la sociedad actual, la forma de representación de toda identidad y la fotografía posee esa capacidad esencial para describir y presentar una historia de hábitos, costumbres, creencias, formas de vida y de pensar que constituyen nuestra sociedad.”[1]

La orla como propuesta también alude a la memoria, pues es un objeto para recordar; así siempre podremos recordar a la promoción retratada y todo lo que acontecía en clase, embalsamar el recuerdo. Cabe decir que la orla, como elemento institucional, normativo, aquí cobra otro cariz, ya que no se reduce a una mera foto de carné que identifique a una persona, sino que, bajo los preceptos creativos pueden desarrollarse múltiples maneras de representar al sujeto, según la idea de cada cual. Mi idea es mostrar una imagen algo más personal, natural, improvisada, fresca, evitando caer en lugares comunes de representación ideal, de una “buena foto”, sólo captar un momento concreto en nuestra expresión, disparando la cámara improvisadamente y tomando este resultado azaroso como definitivo.

Partiendo de la imagen fotográfica de representación institucional (fotografía de retrato para orla), intento mostrar algo característico del sujeto retratado, algo de gesto y expresión propia, mediante la fotografía espontánea. La fotografía como medio para retratar, pero entendida como disparo espontáneo, captando así una expresión natural y característica de cada uno mediante el movimiento casi imperceptible de la milésima de segundo. Ésta forma de usar la cámara como registradora de verdad, pues no supone ningún tipo de artificio, escenografía ni otra intencionalidad que no sea la de captar lo que hay mediante este disparo espontáneo. Captación de un instante natural, porque no da lugar a la manipulación o a la preparación, puesta en escena…

Un poco como Nan Goldin hacía sus fotos, espontánea y cotidianamente. Retrataba lo que era: entorno, amigos, situaciones cotidianas sin el más mínimo artificio, escenificación o intención previa que no fuese la de captar ese instante concreto. Aquí este instante concreto es la clase, en cualquiera de sus momentos, la fluctuación de sujetos-alumnos en este entorno, que quedaría como registro archivado de la cotidianeidad de nosotros en el aula.

Otra referencia a esta forma de fotografiar y a las intenciones (no en el resultado) sería Pierre Gonnord quien “crea una cercanía a los matices de la realidad, resistiéndose a la idealización y a la homogeneidad. Pierre Gonnord fotografía de una manera directa, sin distorsionar nada durante el momento de captar la imagen o después, en el tratamiento de la película y del positivado; en sus fotos no sentimos nunca que él tenga el control y que los sujetos que representa estén expuestos y sean vulnerables. Redefine el retrato como un registro de las respuestas personales del artista al sujeto, consiguiendo de este modo, que el retrato pase de ser un documento objetivo a un documento francamente subjetivo.”[1]

Tomar fotos improvisadamente supone un fragmento de verdad, en cuanto a imagen se refiere, y también implica otra forma de verse, a uno mismo y a los demás: “A menudo pensamos que podemos mirar a los rostros objetivamente, de manera idéntica, pero las caras son campos de datos que nuestra mente procesa e interpreta, de acuerdo con las necesidades y experiencias individuales y que de hecho, son vistas y juzgadas de forma diferente por cada uno de nosotros; por este motivo es tan difícil intentar retener la complejidad del ser humano a través de una sola imagen.”[1] Puede suceder que uno no se identifique con una imagen que parece no reflejar la imagen que se tiene de sí mismo, bien porque nos parecemos feos, o porque la expresión plasmada no nos parece nuestra, nunca nos habíamos observado así. Citando a Eduardo Galeano en su “Libro de los abrazos”: La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones de cada día. La reacción ante una foto tomada de esta forma siempre suele ser: ¡Bórrala! No me gusta cómo salgo… por no haber preparación, disposición, o por no mostrar una imagen bella, lo que refleja cómo nuestra cultura está condicionada y obsesionada por la belleza, por estar siempre perfectamente perfectos, esa belleza fabricada que evoluciona universalmente hacia una apariencia homogénea, todo desde el puro cuerpo, imagen, superficie: “el triunfo de la superficie constituye el lugar del artificio y la apariencia, que no libera ni resuelve conflictos existenciales y sí los oculta y simula.”[2] Desde el Photoshop, parece que el retrato sea un espejo mágico que sólo nos devuelva una imagen perfecta, ideal. Todo desde la imagen, en nuestra cultura dominada por lo visual, el valor de la apariencia, de la superficie, que opaca otras muchas cuestiones, más profundas o trascendentales, reflejando una identidad de vacío, autismo, individualismo y soledad del sujeto posmoderno. Un retrato así se describe muy bien en la “Crítica de la soledad ultramoderna”, artículo de Antoni Marí en http://www.voltairenet.org/article120421.html, donde se tratan perfectamente todos estos aspectos, síntesis de este sentir identitario, cultural… característico de nuestra época. Sujetos fotográficos susceptibles de ser convertidos en imagen.


[1] María de Corral, “Lo moderno junto a lo histórico” en http://www.revistamu.com/

[2] Cocimano, Gabriel. “El credo de las apariencias: los mutantes de la cirugía estética” en: www.margencero.com/articulos/apariencias_mutant
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Aquí nos podemos ver en clase y recordar aquellos momentos... en los que no había ningún tipo de agobio por terminar el curso... Momentos de conversaciones, de movimiento en clase, de cigarros en los pasillos...
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